Aunque en el norte del país podamos disfrutar de montañas verdes y tierras cultivables, según se avanza hacia el sur, Túnez se convierte en desierto. Ocupa un 40% del país. No todo es propiamente el desierto del Sáhara, pero tiene muchas tierras desérticas que conducen hacia él y a sus famosas dunas de arena.
El desierto es lo que más me ha impresionado de Túnez, quizá porque es un paisaje que no había visto antes. Eso de mirar hacia el horizonte y no ver nada más que tierra que se pierde en el infinito impone pero gusta. Es una mezcla de sensaciones, tal cual la que sientes cuando hundes tus pies en la finísima arena, tan fina que parece agua en su superficie cuando la empujas al desplazarte sobre ella - gotas de arena, qué contradicción - a la vez que te invade el temor de toparte con algún escorpión o víbora. Los mismos que acaban disecados en deprimentes acristalados cuadritos a la espera de ser comprados por algún turista.
Parece increíble que la vida, ya sea humana o no, pueda establecerse en un lugar así, tan poco acogedor, tan árido, tan inhóspito, tan amenazante para la misma. Pero sí, existe.
Camelleros descansando al anochecer.
El camello es uno de los animales por excelencia del desierto ya que puede aguantar casi dos semanas sin beber y soportar durísimas condiciones. Te puedes encontrar grupos de camellos solos, perdidos, formando ganado, tal cual aquí las vacas o los caballos por ejemplo, de los cuales será aprovechada su carne y su piel, o grupos cuidados por sus pastores que se usan para el transporte. Estos pastores hacen noche en cabañas que se construyen ellos mismos y se dedican por el día a la "caza" de algún turista que pasear.
Los niños (aparte de jugar, como se puede ver) se encargan de cuidar
a las crias de camello, mientras que sus padres cuidan a los adultos.
La puesta de sol en el desierto es ESPECTACULAR, desconozco si se debe a las partículas de arena que flotan en el ambiente y reflejan la luz, pero el cielo se torna de un rojizo como pocas veces he visto. Y el sol se convierte en una bola de fuego bien definida. Tengo duda en otorgar a estos atardeceres mi preferencia en detrimento de los que vi en Estambul en el Cuerno de Oro. Aún estoy por decidir en qué lugar me han gustado más.
Cargamento de dátiles en Sabria.
De todos los pueblos que visité, Sabria fue el que más me sorprendió. Perdido en medio de la nada con sus calles de arena, como las de muchos otros pueblos de Túnez a las puertas del desierto. Metido entre las dunas, que parece que vayan a engullirlo de un momento a otro.
Niño sentado sobre las dunas, al fondo a la derecha las casas del pueblo.
Si se levanta viento en un lugar así, como suele ser habitual, imaginaros el panorama. No me libré de que la cámara me dejase de funcionar - la arena se mete por todas partes - el objetivo no cerraba, los botones dejaban de cumplir su función de vez en cuando. Por supuesto los que apreciaban en algo su cámara ni la sacaban de su bolsa, y aún así volvían con arena a "casa". Se pegaba a la piel en una fina capa, no hablemos si llevabas protector solar. La palabra "croqueta" es la mejor que podría definirme en aquel momento.
Los niños están acostumbrados a salir a recibir a los turistas que se acercan a este "fin del mundo". Llevan tierra hasta en pestañas y oídos, pero les da igual, se revuelcan en ella. Es su hogar y su forma de vida es ésta. Me pregunto qué futuro les espera aquí tan apartados de todo.
Túnez cuenta también con oasis, inmensos palmerales, jamás habría pensado que tendrían tanta extensión si recuerdo escenas de películas en las que salen cuatro palmeritas y poco más. No en vano es uno de los principales productores y exportadores de dátiles del mundo. "Dedos de luz" como los llaman ellos. Grandes, dulces, naturales y riquísimos.
Cualquier hilo de agua en medio del desierto es VIDA. En estas tierras no tiene precio y es altamente valorado.
Si alguien se anima a identificar a este pajarillo...
Oasis de Chebika.
Niños zambulléndose en una poza.
Quiero poner énfasis en la palabra "niños". Volviendo a la discriminación del género femenino, parecía que para niñas y mujeres no estaba bien visto el disfrute del placer de refrescarse del intensísimo calor que hace en esta zona del planeta (más de 50ºC) . En la foto siguiente sólo hombres disfrutaban bajo un salto de agua de unos metros y niños más allá chapoteaban como se ve. La única mujer que había estaba completamente cubierta de ropa- hiyab incluido - sentada en una sombra observando.
Baños en el Oasis de Nefta
Volviendo a los animales, no me quiero dejar en el tintero a otro animal del desierto, ¿cómo no? El Fénec. Sólamente vi dos, y domesticados. En realidad ésto es ilegal, pero dudo que esta gente del desierto lo sepa.
Os presento a Katrina, que encontré en una tienda de regalos en otro pueblo del que ya os hablaré. Katrina era como un huracán, como bien indica su nombre. Por allá por donde pasaba se oía un estruendo de cacharrillos. Mira que es nervioso este animal. No me dejó que la grabase mucho y acabó oculta en su "guarida".
El Fénec ha sido escogido en Túnez como modelo de limpieza en una campaña de marketing del gobierno, ya que "limpia" el desierto de serpientes y escorpiones. En lugares más civilizados puedes encontrar en algún rincón de la ciudad muñecos dedicados a él plantados en alguna glorieta, similares a los Ronald Mc.Donald que todos conocemos. Ojalá se logre concienciar a la población, porque desde luego se necesita limpieza en el país, pero primero hay que educar.
No es por nada, pero a mí "Katrina" me gusta mucho más que Ronald Mc.Donald.
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