lunes, 26 de septiembre de 2011

Inglaterra

Dedico esta entrada a exponer algunas de las fotografías que hicimos en Inglaterra. Por poner alguna nota natural comentaré que me sorprendió mucho la forma de "patrullar" las calles que tenían las gaviotas. Hablo concretamente de Liverpool, y cuando digo patrullar no exagero nada, casi a ras de las cabezas de los viandantes, como se aprecia en la foto, aparecían y desaparecían doblando esquinas cual personas, como si fueran también partícipes del bullicio comercial de las calles. Nada de volar por encima de los edificios, se comportaban tal cual peatones alados vigilando las calles intentando vislumbrar cualquier trozo de comida o alguna papelera con restos apetitosos.

De verdad, muy gracioso verlas salir por una calle, entrar por otra, doblar esquinas poco menos que "despeinando" a los clientes de centros comerciales acarreando bolsas, aunque al señor de la foto tienen poco que despeinarle.




Las siguientes fotos corresponden a Londres, Manchester y Liverpool, que fue principalmente lo que vi, si no contamos algún pueblo donde me alojé en las cercanías de Manchester.
















Londres



Por los tejados de Manchester. "Oda al papel higiénico".



Manchester




Y cómo no ver en Liverpool el famoso "The Cavern", además era la semana de los Beatles y nos encontramos sin buscarlo con actuaciones por diferentes partes de la cuidad. Las mejores versiones en este local ¡y cantadas por un grupo español! El local no es el original -ya no existe- pero está construído casi al lado de donde se ubicaba el antiguo a imagen y semejanza de éste, con dos tercios de ladrillos procedentes de aquel que los Beatles hicieran famoso, el cual se destruyó en los años 70 para construir respiraderos para el metro que nunca se llegaron a hacer. Creo que en aquella época aun no eran conscientes de que destruían lo que hoy podía ser un símbolo de culto para muchos, así que nos conformamos con el "cuasi" original, que a falta de pan buenas son tortas y tiene tanta popularidad como podría tener el verdadero.
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lunes, 5 de septiembre de 2011

La Tierra es hermosa





Reconozco que no tengo muchas ganas de escribir en el blog. Tengo muchas cosas que contar pero pocas ganas de sacarlas afuera y todas se me van quedando en el tintero. Aún fotos pendientes de Túnez, de las cuales ya ha pasado un año y algunas otras de Pirineos, cada cual con sus historias correspondientes.

Este verano no estuve en ningún destino exótico. Aparte de algún viaje por España acabé en Inglaterra, donde he pasado buenos momentos con amigos y familia que me han hecho olvidar que el mes pasado murió una de mis mascotas. 






Por lo cual voy a permitirme un post de desahogo. Hace doce años cometí el error de comprar una hembra de agaporni lutino para que hiciera compañía a un macho que alguien había encontrado en la calle y que me dió. Aún no tenía conciencia de lo que significa el comercio con animales, sobre el cual soy ahora absolutamente contraria. Y menos conciencia aún de lo que significa contribuir a extender una especie que no es autóctona de España. El caso es que ha estado conmigo doce años -el macho tiene unos quince años y aún está en casa- y cuanto más pasa el tiempo más tristeza siento al verlo metido en una jaula. Ahora comprendo que es una crueldad. Antes no lo entendía. Aunque sale de su jaula cada tiempo, no tiene una vida normal, jamás la ha tenido. Ni la hembra tampoco. No es justo para ellos. Y el castigo por mi ignorancia era verlos día tras día detrás de los barrotes, lo que me hace sentir muy mal cuando todos los fines de semana disfruto al ver pájaros en libertad volado sobre paisajes increíblemente bonitos.





Hace casi dos meses la hembra se rompió un ala, el húmero para ser exactos, debido a que al cogerla se asustó, escapó de mi hombro y tuvo un aterrizaje mal calculado de nuevo en su jaula. Es increíble cómo un animal que está acostumbrado a estar encerrado es incapaz casi de disfrutar la libertad y sólo se siente seguro entre barrotes. ¿Cómo somos capaces de hacerles ésto y anularlos completamente? Sobre mi conciencia pesa el haberla obligado a acercarse a mí. Desde entonces visitas contínuas al veterinario, sufrimiento del animal con las alas atadas para que el hueso soldase. Hasta un collarín insufrible para que no se quitase el vendaje, que le tuve que quitar finalmente porque se estaba volviendo loca.







El año anterior sufrió una distocia que le impedía expulsar un huevo. El final fue feliz, se lo sacaron, pero desde entonces ni siquiera la pude acercar al macho pues quedó con el útero en mal estado y le prohibieron hasta escucharle para que no entrase en celo. Alejada de su macho, alas atadas, collarines estresantes...¿No es eso matar a un animal en vida?

Finalmente al mes de romperse el ala murió debido a una infección. Aún no sé bien por qué. Antibióticos y antiinflamatorios formaron parte de su alimentación antes de morir. Ya no levantó cabeza. El ruido que hacía al respirar y que a mí me angustiaba sobremanera se acentuó. No hubo solución. Quizá los veterinarios demasiado preocupados en que el ala soldara no le dieron importancia a la infección que yo creo tenía desde el principio al clavársele el hueso en algún vaso sanguíneo.





 
Era muy fuerte, muy alegre y sociable, estuvo en su palo hasta el final, en el más alto de la jaula, intentando comer y sobrevivir. El día anterior aún cogía pipas de la mano y comía algún pellizco de dulce que como recompensa le solía dar de mi desayuno. Pero se había debilitado mucho y murió al día siguiente, un mes desde que se rompió el ala. Otra vez mi ignorancia. Creía que se recuperaría, la veía débil pero fuerte a la vez y confiaba en que saliese adelante.

Era una chispita de luz que ha estado dándome cariño durante doce años y que me ha hecho pensar lo delgada que es la línea entre la vida y la muerte.





Este sábado la enterré, bajo una tierra hermosa, tal como era ella.