martes, 30 de septiembre de 2014

Aves de Estambul

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Si hace unos meses dedicábamos una entrada a la ciudad de Estambul, hoy se la dedicamos a sus aves. Lo malo -y bueno- de ser aficionado a la naturaleza, es que cuando vas a una ciudad nueva, tienes muchas más cosas que ver que los demás.

Éso provoca conflictos de convivencia, porque lo que para tí es interesante para otros no lo es. Así que hay veces que para evitar disputas, uno se tiene que conformar con lo que se va encontrando al paso, y mientras tu compañero de viaje se dedica a ver lo bonitos que son los minaretes de la Mezquita Azul, tú dedicas un ojo a mirar lo que insistentemente te comenta tu amigo, pero con el otro observas cómo las cornejas cenicientas merodean por los jardines adyacentes en busca de algo que llevarse al pico. ¡Y es que en España no las tenemos!


 

Corneja cenicienta


Y sí, date por englobado en el grupo de los "bichos raros", que vienen hasta aquí para prestar atención a un "pajarraco". Qué le vamos a hacer, asumido queda.

Pero por más que uno quiera, la cabra tira al monte y es inevitable. Y no podemos dejar de darnos cuenta que entre el sonido de los vencejos que surcan el cielo de Estambul hay algunos que son diferentes a los vencejos comunes que estamos acostumbrados a oir en nuestra ciudad. ¿Serán vencejos reales? Aunque sí se puedan encontrar en otras partes de España.

O no paramos de mirar los árboles y descubrimos cómo las garzas reales ¡anidan en plena ciudad! justo al lado del Palacio de Topkapi, mientras que en nuestra capital española es casi imposible verlas en plena urbe.




Justo casi bajo el mismo árbol los gorriones comunes intentan sofocar el calor dándose un buen baño.

 

  
 
 


Los estorninos pintos tampoco andaban lejos.


 


 Asomarse al Bósforo también tiene tiene su recompensa.
Multitud de gaviotas acompañan a las embarcaciones.





A los que somos de zona de secano aún nos cuesta diferenciarlas, porque muy a menudo no las encontramos.



Gaviota patiamarilla


Internarse ya un poco más en el canal permite ver otras aves, como los cormoranes grandes.





Algunos descansando donde podían y otros como flechas volando paralelamente al agua.


Compartiendo espacio, otros grupitos de aves sobrevolaban veloces el agua haciendo quiebros, llamando la atención de las personas que frecuentaban los barcos de turistas y no turistas. 






Vale, no nos engañemos. Sólo mirábamos cuatro o cinco. Los demás se dedicaban a observar los palacetes de la costa o a mirar el reloj por llegar con prisa a su destino.



A un lado Asia, al otro Europa, y en el centro...¡la pardela mediterránea! 






Como curiosidad, también se veían tórtolas senegalesas (gracias por la identificación a Guillermo, del blog El Saúco), pero ni rastro de la "tórtola turca" tan familiar para nosotros en España. ¡Debe de ser que están todas aquí!




 Y ya sabéis, si queréis escuchar el canto de los pájaros, no compréis una jaula, rodearos de un jardín.
No hay mejor forma de satisfacer oído y vista.


viernes, 5 de septiembre de 2014

El mastín. El mejor aliado del buen ganadero


Sabiendo nuestro interés por el lobo y su conservación, nos acercamos a comprobar de primera mano cómo es la vida del ganadero en tierra de lobos. Cuando hay un problema, siempre es bueno ponerse en la piel de la otra parte para comprender mejor su postura. Pero el caso es que no nos encontramos problema alguno.




En las comarcas de Babia y Luna, en León, hay tradición mastinera desde tiempos atrás en que el hombre necesitó de este fiel compañero para proteger su ganado. Es una revalorización para la montaña y la cultura de la zona el que se haya mantenido hasta nuestros días, con el beneficio que ello supone para el ganadero. Comarcas situadas en tierra de lobos en donde el lobo lo tiene muy difícil para atacar.
 
Pasamos dos días conociendo a Violeta, de Ganadería Fial. Y también coincidimos con Gregorio, de Mastines de Abelgas. Ambos se reparten el cuidado de sus ovejas merinas.




Violeta es una de las pocas mujeres que se dedican al pastoreo. Es una mujer "todo terreno" admirable. Pasa doce horas al día sola con sus ovejas y sus perros, de la mañana a la noche, para luego continuar con más labores del campo y de la casa, mientras deja a su ganado cercado vigilado por sus mastines.

Comprobamos en una de sus jornadas cómo trabajan sus perros con el ganado. Mastines y careas leoneses.



Moviendo el rebaño






Mastín y Carea leonés




Los mastines protegen al ganado de cualquier intruso. No nos podríamos haber acercado a su rebaño, en este caso de más de seiscientas ovejas, sin ella estar presente.




Cumplían muy bien su labor, acompañando al ganado en todo momento, oteando el horizonte y olfateando el viento, dando la voz de alarma si era necesario. Una muy buena labor de vigilancia. Un lobo se lo pensaría antes de acercarse a doce perros de tal calibre.
 

 


Los lobos no quieren tener problemas con los perros mastines y desaparecen a kilómetros. Aparte de por su presencia, también por su marcaje en la zona.




Las carlancas o carrancas impiden que el mastín sea mordido en el cuello y son colocadas en los ejemplares que más lo necesitan. En este rebaño eran usados por los menos decididos a la hora de atacar o defenderse. En los mastines con menos carácter.


 

Además de las carlancas, al mastín le ayuda su abundante pellejo en el cuello, que también le sirve de protección ante la mordedura.





Pancho

Acompañaba al rebaño otro perro indispensable: el carea leonés. Pancho es un carea leonés de ojos avispados, mente despierta y sagaz. 

 
 

 
El carea es el encargado de mover al ganado, sujetarlo o recogerlo. Era un gusto ver cómo trabajaba. Ágil y rápido. Siempre pendiente de todo.


 
  
Cada mastín de Violeta consume al día un kilo de pienso, tiene más de 20 mastines, por lo que su gasto diario es de unos 30 euros, pero según dice le merece la pena.




Tras pasar la mayor parte del día pastoreando con ella y sus perros, encontramos interesante unas ponencias que el F.O.P. (Fundación Oso Pardo) y el Seprona daban en Riolago de Babia. El título del evento era: "El mastín, el mejor guardián del medio ambiente". Así que después de la práctica nos acercamos a escuchar un poco de teoría.
  
También se habló de osos, pues igualmente estábamos en zona osera. Según explicó Fernando Ballesteros del F.O.P., el mastín también es un buen aliado contra el oso en caso de ser necesario. El trabajo que realiza esta raza para el ganadero es admirable en todos los sentidos.






Pudimos comprobar al día siguiente otra cara del mastín. Esta vez asistimos al X Concurso del Mastín de Babia, en Torre de Babia.

Estos mastines de exposición no tienen nada que ver con los dedicados al cuidado del ganado. Buen porte, figura, bien cuidados, pero quizá sin haber hecho una función de protección en su vida. Los mastines ganaderos están mucho más trabajados y estropeados, consecuencia de su labor muy necesaria en el monte.






No se puede evitar pensar que estos perros están muy desaprovechados, aún así son una auténtica preciosidad y uno acaba rindiéndose ante su belleza.






Durante el Concurso del Mastín de Babia hubo una muestra de rebaños merinos trashumantes. Entre bastidores, esperando, encontramos a otros perros pastores de los que aún no hemos hablado. El Pastor catalán o Gos d'atura. Un gran conductor de rebaños. Vigilante y muy trabajador. 


 

 Gos d'atura


Para concluir, escuchar a esta gente decir que un buen ganadero jamás tiene problemas con el lobo es un soplo de aire fresco ante tanto ganadero de salón que sólo va de vez en cuando a echar un ojo a su ganado sin protección, sin perros, sin importarle por dónde anda, con el riesgo que conlleva ante depredadores como el lobo. No se puede dejar de admirar y valorar el trabajo de estos verdaderos pastores. Cuántos menos problemas tendría el lobo, la ganadería, la administración y los conservacionistas.





Ahora no sólo tenemos un amor: el lobo. Sino que tenemos otro: el mastín
Como dice la canción..."¿Cómo es posible tener dos amores a la vez y no estar loco?"
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