viernes, 27 de marzo de 2009

San Pedro de las Herrerías



San Pedro de las Herrerías en Zamora, plena Sierra de la Culebra, es símbolo de total relajación. No hay bar, no hay panadería, no hay tiendas, no hay nada.

Los dos días laborables allí no apareció nadie, el pueblo estaba prácticamente desierto con lo cual no se podía respirar más tranquilidad. A mí me pareció absolutamente delicioso.




Supongo que ésto es debido al abandono que sufren estos pueblos rurales en favor de las ciudades y que hace que proliferen por la sierra muchos animales como el lobo aprovechando la ausencia del humano, ya que son extensísimos estos parajes de la Sierra de la Culebra, sin civilización, vacíos, donde pueden campear a sus anchas.


El fin de semana algunas personas llegaron a la casa rural. En verano sus habitantes se multiplican, como en todos los pueblos, máxime cuando hay un campamento juvenil cercano.



Tan poco era el trajín estos dias, que las cigüeñas que anidaban en el campanario de la pequeña Iglesia se asustaban al vernos pasar y alzaban el vuelo. No sé quién tenía más traumatizado a quién pues no era nuestra intención molestarlas.




Estaban ellas afanadas preparando su primaveral nido trayendo ramas de acá y de allá.




Salimos a pasear un rato a las 8 de la mañana por las desérticas calles mientras hacíamos tiempo para que nuestros compañeros se liberasen de los brazos de Morfeo.

Cual fue mi sorpresa cuando paseando en completa soledad, distingo a lo lejos las siluetas de unas preciosísimas y enormes ciervas que estaban junto a los huertos del pueblo intentando comer quién sabe qué. Me sentí como aquel del anuncio que echaban en televisión, el que salía de su casa y se encontraba de repente con un hermoso reno. Bueno, no recuerdo bien qué era, pero fue el mismo momento mágico.



Ni qué decir tiene que al notar mi presencia se esfumaron, y eso que en cuando las ví ni me moví para no espantarlas. Lentamente, tranquilas, desaparecieron de mi vista sin perder ojo de mí.



Qué pasada de sensación. Sólo ellas y yo en el pueblo. O eso creía, mi compañero apareció por una calle más allá, deseoso de contarme también el mágico encuentro. Resulta que no las había visto yo sola.


Nos hemos traído de recuerdo este bonito cuerno de corzo que encontramos en un camino y que habrá perdido el susodicho en otoño.



Sin embargo tengo a su hermano mayor ya en casa, éste pesa más de un kilo y mide 60 cm. de alto. Es de ciervo, que los pierde los primeros días de primavera.




No menos importancia tiene, entre numerosos pajarillos que habitaban por allí, este simpático herrerillo que nos saludaba cada mañana al salir de casa.



Ni unos cuantos milanos reales que planeaban en el cielo, de los cuales no tengo una foto decente, pero son así de bonitos, tal cual esta fotografía que me he permitido coger de Manuel Estébanez, uno de los autores del blog Miradas cantábricas que tengo enlazado en el lateral y que os recomiendo.




Quién estuviese por allí de nuevo para perder el tiempo observando, o mejor dicho, para aprovechar el tiempo disfrutando de la vida contemplativa.

lunes, 23 de marzo de 2009

Canis lupus no se dejó ver.

Entradas relacionadas:
De vuelta a la Sierra de la Culebra I
De vuelta a la Sierra de la Culebra II


Ya he vuelto. No ha habido suerte. Hubiera sido el colofón a unos cuatro días estupendos. He estado en la gloria bendita, en la tranquilidad absoluta. He venido renovadísima y feliz. A ver cuánto tardo en volver al estado anodino.

Como cuento, no hemos tenido suerte. Pero al lobo se le notaba presente. Hemos encontrado multitud de huellas y excrementos, aunque de él ningún avistamiento.

Allí mismo alojados en el pueblo había una pareja de franceses que llevaban toda la semana tras su pista saliendo a las 6 de la mañana y nada, tampoco lo vieron. Semanas antes unos amigos suyos habían estado y al segundo día de observación habían visto una manada de once lobos. Cuestión de suerte. Sin embargo ellos se han vuelto a Francia tal cual han venido. Hace 10 días que el lobo no aparece por la zona.

A la Sierra de la Culebra viene gente de toda Europa a ver a los lobos ya que es el lugar de Europa donde mayor cantidad se concentra, aparte de que es nuestro lobo, el precioso lobo ibérico. Hasta el siglo XVIII esta sierra tenía extensos bosques donde también llegó a vivir el oso, pero por diversas causas se deforestó prácticamente en su totalidad.


Sierra de la Culebra

Podéis observar en estos mapas cómo la población del lobo ha ido mermando considerablemente con el paso de los años debido a la persecución indiscriminada hacia este animal. Menos mal que ahora se empieza a tomar algo de conciencia hacia su protección porque ha estado a punto de extinguirse, de hecho todavía es una especie amenazada. Aún así no puedo entender cómo se subastan monterías de lobo legalizadas por comunidades autónomas como Castilla y León.



Imágenes tomadas de www.loboiberico.com


Hay rutas que empresas de turismo rural organizan para intentar verlos, pero nunca me han gustado esas cosas tan organizadas, aunque así sería más fácil. El tema es que la gente de los pueblos a las que se les está muriendo un burro, llaman y se lo ceden (o venden, imagino) a estas empresas para que lo maten y se lo echen a los lobos. Lugar en el que se lo echan, lugar en el que se realiza la espera. Se pueden ver o no, depende de si estás allí en el momento adecuado. No estoy de acuerdo con el uso de cebaderos. Ya no sólo porque dejan vendido al animal, sino porque les trastoca el comportamiento.

Nosotros decidimos intentarlo por nuestra cuenta, como nuestros amigos franceses. Así el sábado nos levantamos a las 5.30 de la madrugada e iniciamos con el cielo cubierto de estrellas una subida a una alta peña -quizá no era el sitio más adecuado, seguro- para comenzar a observar con prismáticos y todo lo que se pudo. No hubo suerte, lo único que pudimos observar fue la salida del sol y el amanecer.




La cuestión es pasarse allí las horas muertas, casi todo el día y dedicarse exclusivamente a mirar, sabiendo que el amanecer y el atardecer son las horas propicias para avistar.

De todas formas nos comentaron después que no era la zona adecuada, ya que en esos valles no están establecidos sino que son sólo lugar de paso. Nos habíamos decidido a esperar allí por la multitud de huellas que habíamos visto pero por lo que nos contaron luego, hay unas tres manadas cercanas y suelen avistarse en el valle siguiente.

La huella de lobo es difícil diferenciarla de la de perro hasta para los expertos, pero en la Sierra de la Culebra predominan por doquier y perros es imposible que haya tantos como huellas vimos por todos lados.

Son de mayor tamaño que las del perro: unos 10 cm x 11 cm para la pata anterior y unos 7 cm x 8 cm para la posterior.




Fijaos en el tamaño, yo no tengo una mano pequeña. Exactamente daba la medida. Y fijaos en la longitud de la uña del segundo dedo.

Aparte no seguían el camino como haría un perro con su dueño, se cruzaban de repente de un lado a otro del camino y se perdían entre la maleza o se mezclaban con las de ciervo e incluso con algún derrape. Cosa ya espectacular sería imaginarse una escena de caza entre los lobos y el ciervo, pero ¿quién sabe? Aquí sí que entrarían nos expertos a observar profundidad de huella y todas esas cosas.

Huella pata posterior de ciervo

De todas formas si logras encontrar las huellas seguidas del lobo, tienen un trote uniforme, mientras que las de perro son más irregulares en su camino.




Las almohadillas de los lobos son más alargadas que las del perro y están más separadas. Las uñas más largas y afiladas osea que se notan más pronunciadas en la huella, y la almohadilla central no es tan redondeada como la del perro, sino que las líneas toman una ligera curvatura hacia adentro.




Otro rastro son los excrementos, grandes, con restos de huesos, pelos de ciervos, corzos y hasta jabalíes. Son generalmente grises debido a la presencia del hueso, pero pueden variar el color según qué haya comido. Sí, también tengo fotos mal que a alguno le pese.





El lobo marca el territorio depositando sus excrementos en cruces de caminos o junto a ellos.


Pues ésto ha sido todo lo que he conseguido. Volveré a ver si hay suerte. La verdad es que me apasiona este animal porque lo veo tan libre, tan salvaje...tan perseguido y amenazado. Aún así ha logrado sobrevivir por el momento y me parece admirable esa capacidad.



Foto de Agusti Miquel Martínez Mussons
realizada en condiciones controladas.

domingo, 8 de marzo de 2009

Puente de Tagüenza

 
Desde el pueblo de Huertahernando, en Guadalajara, podemos bajar en un profundo desnivel hasta el Puente de Tagüenza, por debajo del cual discurre el Tajo y donde se encontraba un contador de los troncos que los gancheros bajaban rio abajo hasta Aranjuez.

El ganchero se dedicaba a bajar el rio subido en los troncos a la vez que los manejaba con una especie de gancho llamado "bichero". Este oficio, que fue sustituído al aparecer el transporte por carretera, no estaba exento de peligro y de dureza. Recordaréis una película: "El rio que nos lleva", basada en el libro de José Luis Sampedro del mismo nombre. Aquí dejo la escena que sirve como documento gráfico de aquello.

A su paso bajo el puente, el Tajo nos deja pozas tan bonitas como éstas donde se dice reside una colonia de nutrias, animal que me encantaría ver.





Sin embargo los cormoranes sí que estaban por allí dándose un bañito. El cormorán es un experto en pesca submarina, pudiendo sumergirse hasta diez metros debido a que su plumaje no es del todo impermeable. En China los utilizan para pescar atándoles un cordel en el cuello, de forma que cuando captura el pez no lo puede tragar y es extraído por el pescador. A mí esto me parece una bestialidad, los tendrán muertos de hambre. Imaginad que tenéis un hambre de muerte, conseguís meteros un bocado de lo que sea en la boca y antes de tragarlo llega un listo y os lo quita. Y no creo que ésto sea lo peor de todo. Es el castigo por pescar mejor que el humano.


Cormorán volando sobre nuestras cabezas.

Como siempre, los buitres sobrevolaban majestuosamente el cielo y los corzos aparecieron al atardecer buscando algo que comer en los campos de labor cercanos. Últimamente se les oye "ladrar" en la lejanía con facilidad. Emiten un sonido que se llama "ladrido" por su similitud con el del perro. Nada que ver con la berrea del ciervo, cosa que me llama la atención al ser un animal tan parecido.


Sí, esos puntitos negros...corzos

También fue nuestro segundo encuentro con jabalís, bueno, para mí el primero, porque en el anterior me separé de mi compañero y no tuve la suerte, y ésta vez iba algo rezagada del grupo y sólo me dió tiempo a verle desde el lomo a la pezuña. Un jamón serrano hermoso. Ni qué decir tiene que en cuanto nos sorprendemos mutuamente animal y hombre, nos asustamos ambos y el animal desaparece al instante. ¡Qué pena! Para una vez que veo uno...Lastimosamente la rápida foto que le tiramos salió tan mal que ni la cuelgo, sólo se ve una sombra que apenas se distingue.


Prosiguiendo, desde el puente se puede ir al pueblo de Huertapelayo, al que estuvimos al punto de llegar, pero nos dimos la vuelta antes teniendo en cuenta las horas de luz que nos quedaban. Iniciamos un duro ascenso hasta llegar a la pista que lleva al Monasterio de Buenafuente del Sistal y al cruce con la carretera nos desviamos por ella hasta completar los casi 4 km restantes a Huertahernando de nuevo. Aún así se nos echó la noche, pero nada que no se pueda arreglar con unas linternas.



Como siempre, Venus salió a saludarnos presidiendo el cielo. Le tiré esta foto. Si os fijáis es lo más brillante en la noche después de la luna. Muy fácil distinguirlo. Ahí está, ¿no es precioso?