viernes, 14 de noviembre de 2014

Dulce espera

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Hace quince días tocó esperar más que andar, pero obtuvimos recompensa.

La primera espera bajo red, del todo infructuosa esperando que los arrendajos se pusieran a tiro de objetivo, ni uno a tiro más que en una ocasión, un ejemplar del que apenas dimos cuenta y que se posó muy cerca, pero cuando caímos el pájaro había volado. ¡Ley de Murphy!



  Como diría una canción de Fito: "Después de romper la ola sólo nos quedó...la pluma


Así que cansados de este malísimo chiste y de los arrendajos - mucho más listos que nosotros - nos fuimos a buscar "pelo" a una zona que consideramos buena para el ciervo. Una hora, hora y cuarto, y absoluto silencio. 


 


Lo mejor de esa espera -esta vez sin red- fue un grupo de buitres que nos pasó rozando a la altura de la cabeza sin apenas vernos. En silencio escuchando su aleteo y casi sintiendo el viento en la cara. Menuda sensación de libertad que nos empapó. Ya sólo por éso mereció la pena la espera.


Pero hubo otros cuantos regalos cuando estábamos casi a punto de abandonar.

De repente apareció ante nosotros...


 

 ¿Un gamo?


El silencio y la espera habían dado resultado. ¡Vaya imagen más mágica! Petrificado al vernos, como nosotros. Estuvimos un buen rato mirándonos. Pasados unos minutos debió pensar que éramos muy aburridos porque empezó a perder interés.



 


Miradas hacia un lado, hacia a otro. Hasta que decidió abandonar, no sin echarnos ojeadas de vez en cuando para tenernos controlados.


 

 
Ya lejos, después de irse con una elegancia tan grácil que nos dejó encantados -nada que envidiar a un caballo andaluz en su trote, levantando las patas de forma exagerada a cada paso, majestuoso él- aminoró el paso como si nada.


 


 

 

Siguiéndole con los prismáticos nos descubrió un ciervo que comía tranquilamente un poco más arriba. Los senderos son los mismos para todos. Una pena que blogger no pueda cargar el vídeo que hicimos de ambos, que creo en Facebook sí podré subir, no sé bien por qué motivo. 

Se miraron casi sin inmutarse y cada uno siguió su vida. Da gusto verlos tan serenos, pocas veces hemos podido ser cómplices de su tranquilidad.


 


Embaucados en la observación del gamo no nos dimos cuenta de otro regalo al levantar la vista, nos había sorprendido un precioso atardecer.


 

 Magnífico colofón para terminar. 
 
Respirando hondo para saborearlo, nos llevamos un poco de ese aire fresco para casa en los pulmones. Cosa que ayuda a enfrentarse al resto de la semana. 

El día al fin mereció la pena.




martes, 4 de noviembre de 2014

Fiesta de la Trashumancia en Madrid


Durante el domingo se celebró en Madrid la XXI Fiesta de la Trashumancia.

 


Más de 2.000 ovejas circularon por el centro de la capital para reivindicar el paso de Cañada Real por la ciudad, aunque el hecho tiene poco de reivindicativo y mucho de festivo.


 

 

 


La Cañada Real que discurre por Madrid ha sido engullida por el asfalto y la construcción.
Aún así conviene recordar cada año que existe.

 


   Principales vías pecuarias. Fuente: Wikipedia.


 

 
Ésto propicia que dos mundos ya casi antagónicos se mezclen ante la mirada atónita de turistas y urbanitas que pocas veces ven esta estampa rural de cerca.


 


Las personas llegadas de diferentes puntos de España llenaron Madrid de colorido con su música, bailes y trajes típicos.
















Sin embargo no pudimos dejar de echar en falta otros elementos muy importantes vinculados al manejo del ganado trashumante: los perros. Sólamente recordados por la presencia de un pastor catalán casi perdido entre la multitud.   



Antonia

El único mastín -tan necesario en la protección del ganado- presente en el evento fue "Antonia", originaria de León. Que no pertenecía a la organización, sino que era propiedad de un particular y observaba entre el público.






A los animales se les notaba algo nerviosos, puesto que no están en su medio. Madrid es demasiado estresante incluso para las personas que no están acostumbradas a esta ciudad, pero como cada cual tiene su carácter, algunos intentaron pasarlo lo mejor posible y probaron a ver qué les podía ofrecer este nuevo territorio.



¡ Con gusto parece ser ! 


Por último pedir que esta fiesta vaya al alza y no a la baja, ya que otros años se han podido ver otros elementos del mundo rural (bueyes, perros, burros...) que este año se echaron de menos. Cosas que hacen la fiesta mucho más vistosa.





Aún así, la jornada se disfrutó. Ojalá continúe en años posteriores.  

Está bien que al mundo urbano se le recuerde cada año cuál es su origen.