lunes, 3 de diciembre de 2007

Auschwitz-Birkenau

Creo que mi visita este verano a Auschwitz y Birkenau, campos de concentración y exterminio nazis en Polonia, se merece un capítulo aparte. Me gustaría haberlos visitado más despacio pero si quieres ver muchas cosas en poco tiempo es lo que hay. De todas formas las dos horas y pico que pasé por allí me calaron, aunque sé que me hubiese impresionado más si lo hubiese visto todo con detenimiento: documentos donde los nazis numeraban a los muertos como si se tratase de hazañas (para ellos seguramente lo era), ropa, maletas, zapatos..etc. Todo lo que quedó de aquella pobre gente a la que robaron la libertad y la vida. Jamás podré entender cómo se puede seguir a un loco o a muchos locos con los mismos ideales, cómo la gente pudo estar tan ciega para hacer lo que hicieron, cómo se puede tener esa mentalidad tan destructiva sin sensibilidad alguna hacia tu semejante (claro, no los consideraban semejantes). ¿Cómo se crea una mente así?, ¿qué educación recibe?. Por más que lo piense no lo entenderé en la vida.
Cuando paseas por aquel lugar que los nazis utilizaron como campo donde anular al "rebaño" que les estorbaba, rebaño al que afeitaban el pelo para hacer mantas, quemaban y usaban sus cenizas de abono, su piel para hacer lámparas o su grasa para hacer jabón, tratados totalmente como animales y no humanos, y ves flores por todos los lados, depositadas por familiares, amigos o visitantes...te invade una sensación de tristeza. Piensas que es imposible que esto sucediera hace relativamente tan poco (1.940-1.945) y lo que es peor, que en la actualidad se siga repitiendo en algunos pueblos aunque a menor escala. Los millones de personas que los nazis mataron por considerarlos inferiores: testigos de Jehová, gitanos, judíos...Parece mentira que un genocidio de tal magnitud tuviese lugar.
Fotos: Restos reales de pelo con los que hacer mantas como la expuesta, restos de zapatos y maletas de presos. Latas de Cyclon B.

Intenté quedarme sola en algún momento para poder pararme a pensarlo realmente, entrar en un barracón cuyo único visitante era un rayo de sol que se colaba entre las maderas del techo y en el que ya solo revoloteaban los pájaros, pero que hace años estuvo lleno de cadáveres andantes, personas que sufrieron lo indecible. Me invadió una total soledad, y el peso de la historia, triste historia, me cayó como una losa encima al tiempo que mi pecho se sentía más oprimido por la angustia. Es uno de los sitios que más sensaciones me ha transmitido. Ni qué decir tiene que me sentí totalmente privilegiada cuando pude atravesar la barrera metálica para salir del campo e irme. Hubiese sido la envidia de muchos que nunca salieron de allí o salieron ya enfermos de muerte cuando los aliados los liberaron.
Allí todo habla, las paredes, los muebles, las letrinas (único lugar donde los presos tenían momentos de tranquilidad sin soldados alemanes alrededor y que aprovechaban para preguntarse unos a otros por la suerte de sus seres queridos).
Las fotos que pueblan las paredes también hablan, testimonios de lo que allí sucedió. La que más me impactó fue una en la que los oficiales alemanes mandan a morir a una mujer y su hijo a la llegada al campo de Birkenau. En otra, a un anciano.
Mujeres embarazadas, niños, ancianos, todo el que no valía para trabajar era enviado a las cámaras de gas. Los hombres y mujeres fuertes salían a tabajar todos los días. Si alguno moría durante la jornada debido a sus pésimas condiciones, tenía que ser acarreado por sus compañeros de vuelta al campo, ya que los contaban a la salida y a la entrada. Y si alguno no volvía, mataban a sus familiares o amigos.
Para más sufrimiento había celdas de castigo (la prisión dentro de la prisión): celdas del hambre donde los dejaban sin comer o celdas de afixia donde los hacinaban sin apenas sitio para respirar ni para sentarse.
Aun así los para los presos lo peor era el hospital de Auschwitz, donde los usaban como conejillos y hacían toda clase de experimentos con sus cuerpos. Esterilizaban a las mujeres para que no pariesen hijos que no fuesen de raza aria. Leí un artículo en el que se hablaba sobre el "Angel de Auschwitz", una oficial alemana que se entretenía destrozando los pechos de bellas mujeres judías a latigazos para luego reconstruírselos en el hospital, cosas que le excitaba ostensiblemente. Con tanta crueldad muchos de los presos acababan por lanzarse contra las alambradas electrificadas o se separaban del grupo para ser disparados.
Por último visité las cámaras de gas y los hornos. En las cámaras de gas entraba la gente recién llegada al campo con la excusa de que iba a ser duchada, hasta había tuberías falsas para que no hubiese escenas de pánico, pero en realidad eran gaseados con cyclon B, un cristal que al contacto con la humedad de los cuerpos despedía un gas tóxico.
Todo lo que se cuente es poco, es demasiado fuerte estar allí dentro. Descansen todos en paz.
Tendría mil cosas más que contar pero sería extenderme demasiado.
Finalmente una rosa roja, atada a la puerta de Birkenau por donde entraban los trenes rebosantes de judíos nos despide. Es la imagen final de nuestra visita a ambos campos, pero muchas otras más quedaron en nuestra retina.
Espero que la humanidad haya madurado y POR FAVOR, QUE ESTO NO SE VUELVA A REPETIR.
Cámara de gas, hornos, celda.
Selección (mujer con bebé enviada a cámara de gas), presos, quema de cadáveres en el exterior.

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