Pasear por las laberínticas calles de Toledo es como viajar al pasado, parece que el tiempo se haya detenido y te fuesen a salir al paso aquellos personajes que el Greco pintaba en sus cuadros e incluso el mismísimo Cervantes.
Se respira historia por sus rincones, en muchos de los cuales se desarrollaban escenas de la literatura del Siglo de Oro.
Fue capital de España durante el reinado de Carlos V, su estatua te da la bienvenida nada más pasar bajo uno de los arcos que te permiten la entrada al interior de la ciudad. Posteriormente Felipe II trasladaría la capital a Madrid.
La catedral, de estilo gótico, se asienta sobre el lugar donde antes existió una antigua catedral visigoda y después una gran mezquita. Esto suele suceder en muchas otras ciudades de España.
El barrio de La Judería albergaba una gran comunidad israelita expulsada por los Reyes Católicos en 1.492. Quedan de su paso por la ciudad la Sinagoga del Tránsito con delicadas yeserías o la Sinagoga de Santa María la Blanca.
Hoy en día los toledanos se siguen dedicando a la espadería y al damasquinado (incrustación de oro y plata en materiales), tal y como hacían durante la Edad Media.
Toledo es una ciudad en la que el tiempo se detuvo para permitirte contemplar su magia.
"Se prohibe a la civilización que toque a uno solo de estos ladrillos con su mano demoledora y prosaica".
Mezquita del Cristo de la Luz y ladrillo dorado en la entrada
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